Por su importancia transcribo completa la
columna de Raúl Peñaranda U. sobre el problema del teleférico en la Ciudad de La Paz.
Mas allá de aspectos técnicos / específicos que se vienen discutiendo con el fin de justificar lo injustificable.
Mas allá de consideraciones arquitectónicas
respecto de las estaciones que en la perspectiva mayor resultan casi irrelevantes:
(Varias) razones para rechazar el teleférico
Raúl Peñaranda U.
El teleférico es bello. Llena de orgullo a los paceños y alteños.
Genera comentarios de medios de comunicación internacionales. Y no hay turista que llegue por estos lares que no se suba a una de sus cabinas. ¿Pero a qué costo?
El Gobierno, gracias a su músculo político, y al hecho de que tiene dinero a raudales,
gastó 234 millones de dólares en las tres primeras líneas, Roja, Amarilla y Verde
(a un precio casi del doble del de Medellín, que es comparable en sus características).
Con 234 millones de dólares invertidos, las tres líneas mencionadas transportan unas 87.000 personas cada día, recordó en un artículo del especialista Waldo Yanaguaya, hace unos días.
El PumaKatari, que invirtió sólo 22 millones, transporta 22.000. La diferencia está a la vista a favor del PumaKatari.
Aunque los datos que están a la mano son incompletos
(por ejemplo, no se sabe exactamente cuánto gasta el teleférico en electricidad),
se podría hacer un cálculo grosso modo:
si la depreciación del teleférico es del 5% anual y del PumaKatari del 10% (los buses se malogran más que las cabinas), entonces, resulta que el sistema municipal es un 42% más eficiente que el servicio por cable.
Habiendo gastado la friolera de 234 millones de dólares, las tres primeras líneas del teleférico transportan sólo al 4% de los dos millones de pasajeros que existen diariamente en La Paz y El Alto (y el PumaKatari transporta 1%).
Ahora el Gobierno, a través del gerente general de Mi Teleférico, César Dockweiler, está empeñado en gastar otros 450 millones de dólares en seis líneas adicionales. Con todo ello, y cuando tengamos la totalidad del bello cielo paceño cableado, la cantidad de personas transportadas será del 8% del total, explica Yanaguaya.
¿Vale la pena gastar casi 700 millones de dólares en una obra masiva, enorme, majestuosa, que sólo transporta el 8% de todos los pasajeros del área metropolitana? ¿Incluido un trazo, como la línea Blanca, que pasará por encima de una avenida central de La Paz como es la Busch? La respuesta es no. Cuando se hayan construido todas esas líneas, seguirán en las estrechas calles paceñas miles de minibuses circulando caóticamente. No se habrá solucionado nada.
No se entiende el desenfreno del Gobierno y del gerente de Mi Teleférico en su atolondrado plan de construir todas estas líneas, excepto quizás su idea de hacer obras vistosas que ayuden a la reelección indefinida del Presidente.
Este desenfreno se explica en el hecho de que con la débil democracia que tenemos hoy, las autoridades pueden desarrollar cualquier idea descabellada, como gastar 700 millones de dólares para transportar al 8% de los pasajeros (o hacer estadios en medio de la selva, como el de Chimoré, que alberga a casi tanta gente como la población total de la localidad). No hay nadie quien pueda impedir los caprichos del Jefe.
Las actuales tres líneas del teleférico son, con todo, útiles. Unen dos urbes que están a distinta altitud. El transporte por cable tiene sentido para unir dos puntos de manera vertical (como una pista de ski), pero no horizontalmente. Ello es propio de otros tipos de transporte, más lógicos en esas circunstancias: buses o metro.
La solución para el transporte en La Paz es generar un sistema eficiente de buses. Ya se ha visto aquí que el costo de transporte es un 40% más barato en buses que por cable. ¿Pero cómo hacerlo en un tráfico lentísimo como el paceño? Retirando a los 10.000 minibuses que atestan las calles paceñas. Esto debe hacerse, y así se podrían tener vías exclusivas para los buses, como era el plan original de la Alcaldía.
En vez de estar gastando millonadas en ideas estrafalarias, deberíamos atender lo que es obvio: no se puede mantener a miles de minibuseros en las calles de La Paz si se desea solucionar verdaderamente el problema del transporte. Y ni la Alcaldía ni el Gobierno lo hacen debido a que no tienen la fortaleza para enfrentarse a un sector violento y bien organizado, como son los transportistas.
Pero si hay 450 millones adicionales para despilfarrar en seis líneas del teleférico, entonces no es que falten recursos para afrontar el conflicto social que implica dejar a miles de bolivianos sin empleo. Usando esos recursos se podría, aparte de construir nuevas calles y avenidas, compensar a los choferes, comprarles sus vehículos y ayudarlos a reinsertarse en la economía. Con tanta plata, alcanza.
Raúl Peñaranda U.
es periodista.
Artículo originalmente publicado en el periodico Pagina 7 en la seccion Cara o Cruz el 2 de Julio de 2015
columna de Raúl Peñaranda U. sobre el problema del teleférico en la Ciudad de La Paz.
Mas allá de aspectos técnicos / específicos que se vienen discutiendo con el fin de justificar lo injustificable.
Mas allá de consideraciones arquitectónicas
respecto de las estaciones que en la perspectiva mayor resultan casi irrelevantes:
(Varias) razones para rechazar el teleférico
Raúl Peñaranda U.
El teleférico es bello. Llena de orgullo a los paceños y alteños.
Genera comentarios de medios de comunicación internacionales. Y no hay turista que llegue por estos lares que no se suba a una de sus cabinas. ¿Pero a qué costo?
El Gobierno, gracias a su músculo político, y al hecho de que tiene dinero a raudales,
gastó 234 millones de dólares en las tres primeras líneas, Roja, Amarilla y Verde
(a un precio casi del doble del de Medellín, que es comparable en sus características).
Con 234 millones de dólares invertidos, las tres líneas mencionadas transportan unas 87.000 personas cada día, recordó en un artículo del especialista Waldo Yanaguaya, hace unos días.
El PumaKatari, que invirtió sólo 22 millones, transporta 22.000. La diferencia está a la vista a favor del PumaKatari.
Aunque los datos que están a la mano son incompletos
(por ejemplo, no se sabe exactamente cuánto gasta el teleférico en electricidad),
se podría hacer un cálculo grosso modo:
si la depreciación del teleférico es del 5% anual y del PumaKatari del 10% (los buses se malogran más que las cabinas), entonces, resulta que el sistema municipal es un 42% más eficiente que el servicio por cable.
Habiendo gastado la friolera de 234 millones de dólares, las tres primeras líneas del teleférico transportan sólo al 4% de los dos millones de pasajeros que existen diariamente en La Paz y El Alto (y el PumaKatari transporta 1%).
Ahora el Gobierno, a través del gerente general de Mi Teleférico, César Dockweiler, está empeñado en gastar otros 450 millones de dólares en seis líneas adicionales. Con todo ello, y cuando tengamos la totalidad del bello cielo paceño cableado, la cantidad de personas transportadas será del 8% del total, explica Yanaguaya.
¿Vale la pena gastar casi 700 millones de dólares en una obra masiva, enorme, majestuosa, que sólo transporta el 8% de todos los pasajeros del área metropolitana? ¿Incluido un trazo, como la línea Blanca, que pasará por encima de una avenida central de La Paz como es la Busch? La respuesta es no. Cuando se hayan construido todas esas líneas, seguirán en las estrechas calles paceñas miles de minibuses circulando caóticamente. No se habrá solucionado nada.
No se entiende el desenfreno del Gobierno y del gerente de Mi Teleférico en su atolondrado plan de construir todas estas líneas, excepto quizás su idea de hacer obras vistosas que ayuden a la reelección indefinida del Presidente.
Este desenfreno se explica en el hecho de que con la débil democracia que tenemos hoy, las autoridades pueden desarrollar cualquier idea descabellada, como gastar 700 millones de dólares para transportar al 8% de los pasajeros (o hacer estadios en medio de la selva, como el de Chimoré, que alberga a casi tanta gente como la población total de la localidad). No hay nadie quien pueda impedir los caprichos del Jefe.
Las actuales tres líneas del teleférico son, con todo, útiles. Unen dos urbes que están a distinta altitud. El transporte por cable tiene sentido para unir dos puntos de manera vertical (como una pista de ski), pero no horizontalmente. Ello es propio de otros tipos de transporte, más lógicos en esas circunstancias: buses o metro.
La solución para el transporte en La Paz es generar un sistema eficiente de buses. Ya se ha visto aquí que el costo de transporte es un 40% más barato en buses que por cable. ¿Pero cómo hacerlo en un tráfico lentísimo como el paceño? Retirando a los 10.000 minibuses que atestan las calles paceñas. Esto debe hacerse, y así se podrían tener vías exclusivas para los buses, como era el plan original de la Alcaldía.
En vez de estar gastando millonadas en ideas estrafalarias, deberíamos atender lo que es obvio: no se puede mantener a miles de minibuseros en las calles de La Paz si se desea solucionar verdaderamente el problema del transporte. Y ni la Alcaldía ni el Gobierno lo hacen debido a que no tienen la fortaleza para enfrentarse a un sector violento y bien organizado, como son los transportistas.
Pero si hay 450 millones adicionales para despilfarrar en seis líneas del teleférico, entonces no es que falten recursos para afrontar el conflicto social que implica dejar a miles de bolivianos sin empleo. Usando esos recursos se podría, aparte de construir nuevas calles y avenidas, compensar a los choferes, comprarles sus vehículos y ayudarlos a reinsertarse en la economía. Con tanta plata, alcanza.
Raúl Peñaranda U.
es periodista.
Artículo originalmente publicado en el periodico Pagina 7 en la seccion Cara o Cruz el 2 de Julio de 2015